TALAMBO: Un recuerdo y una triste realidad
(1989)
(1989)
Una de los restos del coopertivismo que aun queda en pie ( foto 2005)
Cuando el general Juan Velasco Alvarado, dictador del Perú, hizo realidad en 1969 la reforma agraria, que consistía en entregar las tierras a los campesinos ( en ese entonces explotados por los hacendados), no dudó en pensar que se estaba logrando constituir el mejor sistema favorable a los " golondrinos" que pasaban a ser dueños de las tierras en forma asociativa y reunidos en las llamadas Cooperativas Agrarias de Producción.
En el Valle Jequetepeque, Talambo fue la primera empresa Cooperativa que se formo. Se constituyó en la líder de la región, experimentó muchos logros y desaciertos en sus primeros años; sin embargo se tenía una extraordinaria proyección hacia el futuro, se encontraba una infraestructura de primera, como un molino de pilar arroz de excelente, además de sus derivados de polvillo, ñelem, entre otros. Se preveía la construcción de una planta de alcohol y una procesadora de conservas.
Las fértiles tierras rendían a las expectativas de los cooperativistas; sin embargo, estos buenos años terminaron demasiado pronto por la pésima administración: existía un despilfarro total en los gastos de servicio; los dirigentes o administradores competían entre sí, con las ambiguas facturas que llevaban con cuantiosas cifras de egresos para la Cooperativa.
Mientras tanto, en el campo, los socios trabajadores laboraban con cierta indiferencia y despreocupación, se trabajaba de dos a tres horas diarias, todo el trabajo lo recargaban a los eventuales o contratados de Mórrope.
Perdidas, deudas y juicios fue lo que abruptamente logró obtener Talambo, ingresando a una inmensa crisis económica, todo lo cual hace que a partir de 1987, esta empresa asociativa llegue a la desintegración con el sistema de la parcelación.
Ya en la actualidad parcelados la mayoría ( solamente asociados quedan 50, que están impagos y sin trabajo), casi nada queda de la que fuera la primera y gran Cooperativa del Perú. La avaricia de unos y la necesidad de otros hace que todo se venda ( máquinas, tractores, camiones, fierro, ganado, etc.)
En Talambo es imposible hablar para un acuerdo común; como el ver la posibilidad del funcionamiento del molino de pilar arroz, que tan útil es para los agricultores. Se prefiere torpemente dejarlo en el abandono antes que ponerlo en actividad, muchos se frotan las manos con la idea venderlo, solamente este es el interés que tienen muchos, especialmente los parceleros.
De las nueve hectáreas que les corresponde a cada parcelero, varios optaron ya en vender tres. Existe la sensación de estar solos y desamparados. En este correr, ganan los que pueden, parece ser el dicho en Talambo,.